viernes, 30 de enero de 2009

"Everybody lies"

En Estados Unidos se estrenó una serie que se llama "Lie to me" (Miénteme). El personaje es un hombre con la facultad de reconocer cuando otra persona no dice la verdad, y tiene estudiado que cada 10 minutos una persona miente, al menos, 3 veces. Resulta que a raíz de esto, los otros personajes de la serie se relacionan con él de manera diferente que con la mayoría de las personas. Por ejemplo, este hombre dotado de verdad extrema le dice abiertamente a una mujer que quiere tener sexo con ella, a lo que ella le responde _¿Sos bueno?, y él le contesta _Bastante. _Eso es mejor que el 75% de los hombres_ sentencia ella.

Me quedé pensando: ¿Se imaginan no poder mentir nunca? ¿Se imaginan que siempre los demás nos digan la verdad?

En defensa de nuestra honestidad podemos decir que odiamos la mentira, que no solemos o no sabemos mentir, que siempre es preferible la cruel verdad, que sólo decimos mentiras piadosas, o que mentir nos hace correr el riesgo de convertirnos en mitómanos. Todo eso es, relativamente, cierto. O relativamente mentira.

Más bien creo que lo que nos disgusta es la tración y el desengaño, y lo que odiamos no es en sí misma a la mentira sino a la persona que la genera (la misma mentira dicha por diferentes personas generará sentimientos diferentes de acuerdo a lo que signifique para nosotros).

¿Qué sería del coqueteo y la seducción si no pudiéramos mentir? ¿Cómo reaccionaríamos si en lugar de invitarnos a tomar un café un hombre nos dijera que nos quiere partir como a un queso? 

¿Qué sería de nuestra integridad como conductoras si no pudiéramos decirle al marido que no sabemos cómo se rayó el auto?

¿Y qué de la prosperidad de un negocio si no pudiéramos decir que por una causa ajena no puede concretarse tal o cual transacción?

En definitiva, si no pudiéramos mentir nunca, sería como deshumanizarnos. Y si siempre mintiéramos también. 

Por supuesto, esto no es en defensa de los mentirosos crónicos, es decir, de los mitómanos, esos seres aborrecibles que se relacionan a través del engaño. Es más bien una sensata defensa de nuestra imperfección.

Como dice el famoso Dr. House con su cruel cinismo: "Everybody lies".  

lunes, 26 de enero de 2009

Momentos


* Volver de la playa por la ruta, entre los morros, escuchando una hermosa canción de Blur.
* Reirnos felices en la playa con abuelos, tíos, hijos y sobrinos.
* Sacarle fotos a los primitos jugando en la playa, con la sensación de querer eternizar el momento.
* Verle la cara a los abuelos, que no podían creer tener a los nietos todos juntos en el mar.
* Revivir mi niñez, contándole a Manu que en esa misma playa, exactamente en el mismo lugar, pasé años de mi infancia jugando con las mismas olas, con mi hermana y mis primos (como él ahora).
* Caminar con Javier solos por la orilla del mar, ansiando y fantaseando con unos días de descanso e intimidad en algún destino que nos guste.
* La buena onda y hospitalidad de los brasileños, que no deja de sorprenderme.
* Comer milho con mis hijos en la playa.
* Los paisajes bellos, poderosos, conmovedores.
* Escuchar música en portugués; practicar con Manu algunas palabritas y frases.
* Tomar mate con Andre durante el viaje, y servirle a Javier café.
* El amor de mi familia demostrado en cada saludo, beso y abrazo el día de mi cumple.
* Escuchar a Manu golpear la puerta a las 7 de la mañana, entusismado y feliz, y cantarme el Feliz Cumple con la tía. Recibir su regalito, elegido especialmente por él, y contestarle que sí, que es el "mejor regalo de todos".
* El placer de entrar de nuevo en casa, sentirla tan hogar, verla tan linda, tan nuestra.

De vuelta


Las vacaciones terminaron hace ya varios días, pero las cuento recién ahora que mastiqué el regreso, le puse ganas a la rutina y palié la amargura del "hasta el año que viene".
Tuve la sensación de un disfrute exigido; de a momentos bastante difícil de sobrellevar por el cansancio. También sentí que es hermoso ver a mis hijos jugar, meterme con ellos en sus juegos, saltar las olas, evitar que se coman la arena, verlos comer helados, querer esto y aquello, y lo de más allá también.
Manu cuenta re feliz que conoció 4 playas de Brasil, y las nombra como si alguien le hubiera enseñado hasta el orden: Ingleses, Santino, Bombas y Bombinhas. _Y cuál te gustó más?_ le pregunto. _Bombinhas!. Observé, pero no había pecesitos._ contesta. Disfrutó un montón, pero para mi sorpresa extrañó. A sus abus, al patio de la casa de ellos, a su casita y a su cama. Es más conciente de la distancia, del tiempo, del apego a sus cosas y a sus seres queridos.
Paz estuvo fascinada con el mar y la arena, como si siempre hubiera estado ahí. Es una niñita y un bebé a la vez. Se desafía todo el tiempo para alcanzar hasta lo más alto y lejano, nos desafía por supuesto a nosotros ante cada "no!", duerme exhausta después de la etapa de juego en la playa, pide la teta toooodo el tiempo...
Fueron 8 días intensos, de alegría, cansancio, de camaradería entre tres adultos, entregados a vivir unas vacaciones con pequeños momentos de lujo para apenas leer unas pocas páginas de un libro, caminar juntos con Javier por la playa y darnos algunos besos y abrazos apurados, mientras Paz golpeaba desaforadamente la puerta al grito de Mamaaaaa!, cual niña injustamente abandonada.
Y la pucha si le pusimos pilas y buena onda, que estuvimos todos vomitando por un virus maldito que se apropió de nosotros en tan inoportuno momento.
Como decía al principio, ya mastiqué volver al ruedo. Me entusiasmo con algunos planes para el curso del año. Tengo ganas de encontrarme con amigos y parte de eso sucedió ayer y estuvo buenísimo. Decidí tomarme los viernes de aquí a marzo para irnos a Chascomús a la pile de los abuelos (y así trabajar con más onda!).
Si en definitiva, todo es una cuestión de actitud.

viernes, 2 de enero de 2009

Nos vamos al mar!


Por fin! Llegaron las vacaciones! Tiempos para parar, disfrutar, relajarse; energía que se renueva para seguir la aventura.
Nos vamos al mar, que nos encanta. Manu no se acuerda mucho de él, y para Paz será la primera vez. Expectativas que lo hacen todo más emocionante. Recuerdos de mi infancia en la playa con todo el familión detrás, al mejor estilo "Campanelli". Y algo de eso volverá a suceder, porque con nosotros viene mi cuñada-amiga Andrea, y por aquellos lares nos vamos a encontrar con mis viejos y con mi hermana y su familia.
Tiempos de niños todo el día alrededor nuestro. La rueda que va a girar mayormente en el placer del ocio, pero siempre con el condimento típico de los tiempos de crianza: la exigencia entusiasta de los más bajitos.
Emoción por doquier, adrenalina, cansancio... Todo mezclado, mezcludo, perimplampudo!
Les dejo a todos los que pasen por aquí en estos días un abrazo cariñoso, y el deseo de seguir encontrándonos.