jueves, 29 de diciembre de 2011

Desde la selva misionera...




...transmite esta Mujer del Bosque.

Entre vegetación exuberante y salvaje, en íntima relación con sus seres más queridos, en intenso diálogo consigo misma, y en paz.

Más en imágenes que en palabras desde hace ya un tiempo, como cambio propicio para el diálogo interior, concluyo que no existe mayor misterio que uno mismo, y que es allí donde están todas las respuestas a todas las preguntas.

Dice Pinkola Estés en Mujeres que corren con los lobos: "Tercera tarea: Navegar a oscuras. He aquí las tareas psíquicas de esta fase: Acceder a adentrarse en el lugar de la profunda iniciación (entrar en el bosque) y empezar a experimentar el nuevo numen de la posesión de la capacidad intuitiva, percibido por la mujer como peligroso. Aprender a desarrollar la percepción del misterioso inconsciente y confiar exclusivamente en los propios sentidos internos.
¿Qué utilidad tiene esta intuición salvaje para las mujeres? Como el lobo, la intuición tiene garras que abren las cosas y las inmovilizan, tienen ojos que pueden ver a través de los escudos protectores de la persona y orejas que oyen más allá del alcance del oído humano. Con estas formidables herramientas psíquicas la mujer adquiere una astuta e incluso precognitiva conciencia animal que intensifica su feminidad y agudiza su capacidad de moverse confiadamente en el mundo exterior.
¿De qué sirve una mujer en la selva de la megápolis o de la vida cotidiana si no puede oír y fiarse de la voz de La que Sabe?.

La foto es de David Baker.


domingo, 11 de diciembre de 2011