martes, 18 de diciembre de 2012

El instante decisivo


"...El tiempo fue pasando sin apenas darnos cuenta. Estaba nublado y oscuro y Robert miraba continuamente el cielo por si salía el sol. Al fin, por la tarde, comenzó a despejar. Cruzamos Washington Square justo cuando el cielo amenazaba con volver a oscurecerse. Robert temió que se desvaneciera aquella luz e hicimos el resto del trayecto hasta la Quinta Avenida corriendo.
La luz ya estaba desapareciendo. Robert no tenía asistente. No habíamos hablado de lo que haríamos ni de cómo debía ser la fotografía. Él la haría. Yo posaría.
Yo tenía pensada mi imagen. Él tenía pensada la luz. Nada más.
El apartamento de Sam era espartano e íntegramente blanco, estaba casi vacío y tenía un alto aguacate junto a la ventana que daba a la Quinta Avenida. Había un prisma enorme que refractaba la luz, descomponiéndola en arcos iris que se proyectaban en una pared con un radiador blanco enfrente. Robert me colocó junto al triángulo. Las manos le temblaban mientras se preparaba para disparar. Me quedé quieta.
Las nubes iban y venían. A su fotómetro le ocurrió algo y él se puso un poco nervioso. Hizo unas cuantas fotografías. Dejó el fotómetro. Pasó una nube y el triángulo desapareció.
_ Sabes, me encanta la blancura de la camisa. ¿Puedes quitarte la chaqueta?_ dijo.
Me eché la chaqueta al hombro, como Frank Sinatra. Estaba llena de referencias. Él estaba lleno de luz y sombra.
_ Ha vuelto_ dijo.
Hizo unas cuantas fotografías más.
_ La tengo.
_ ¿Cómo lo sabes?
_ Lo sé.
Ese día sacó doce fotografías.
Unos días después me enseñó la hoja de contactos.
"Esta es la que tiene la magia", dijo.
Cuando ahora la miro, no me veo nunca a mí. Nos veo a los dos."

Patti Smith, en Éramos unos Niños.
La foto es de Robert Mapplethorpe.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Somos libres




ahora
en esta hora inocente
yo y la que fuimos nos sentamos
en el umbral de mi mirada.

Alejandra Pizarnik











Un día cualquiera 
volví a verme a mí misma 
atravesada por el puñal de la traición.
Aún cuando pude identificar
que se trataba de recuerdos
de desgraciados sucesos
no logré sino varias horas después
repeler el deseo de venganza.

Revolcarse otra vez en el fango... 
¿quién quisiera?
Acusaciones iracundas, desfiguraciones fantasmagóricas.
El fango... no es mío.

Que en él se revuelque quien lo gestó!
Que se pudra en su miseria mezquina!

Pero... es aún del otro?
Puede pertenecerle la culpa tantos años?

Silencio... escuchen!
Se lo llevó el viento.

El fango ya no tiene dueño.
Somos libres.