viernes, 22 de noviembre de 2013

Ser fotógrafa



Para mí, ser fotógrafa es haber encontrado una manera de mirar y de estar presente.
Me sentí fotógrafa cuando vi plasmada mi primera obra y otras personas se emocionaron con ella.
Por ahora fotografío a los seres que amo. Digamos que fotografiar para mí es un modo de querer. Pero a través de esas fotos tan íntimas siento que hablo de las emociones humanas universales, de la búsqueda de sentido, de la belleza, y de lo enigmática que me resulta la existencia.
En la realización de mis fotos hay un 90% de satisfacción y un 10% de angustia. Podría decir que mis fotos me ayudan a comprender el mundo; a digerirlo mejor. Y en ese proceso, me transformo.
Me siento más completa cuando logro terminar un proyecto. Aún cuando el camino es lo más enriquecedor (atravesarlo es mi logro más elocuente), siento que culminarlo me hace mejor persona y un poquito más sabia. Me ayuda a conocerme mejor. Me acepto más.
Intersticios me ayudó a sanar un dolor intenso. Permitió que me sintiera a mano con la vida.
Un proyecto se cierra cuando encuentro las respuestas a las preguntas que se van sucediendo en la búsqueda, y cuando el sentido finalmente aparece, insoslayable.

Si tuviera que referirme a un solo fotógrafo, diría que me gustan mucho las fotos de la japonesa Rinko Kawauchi. En sus fotos simples, sutiles y cotidianas encuentro su modo de ver y de reflexionar sobre el mundo. Además, las veo muy femeninas. Me gustan mucho dos: una del detalle del ojo de un niño, y otra de un pececito recién pescado, pendiendo aún del anzuelo. Debajo de esa foto escribí “El miedo al ridículo es el peor autocastigo inhibitorio”.
Para mí, en una buena fotografía no debería faltar emoción. No hay otra cosa que pueda reemplazar eso.
Sin embargo, no siempre el proceso interno del fotógrafo resulta evidente. Me he sorprendido escuchando a fotógrafos hablar de su proceso interno porque sus fotos me parecían bellas pero no necesariamente me transmitían ese proceso. Sin dudas, escuchar a un fotógrafo hablar sobre su obra hace sus fotos más intensas. Eso sentí cuando escuché a Graciela Iturbide hablar sobre sus fotos.  Creo que una buena obra es aquella que tiene ese correlato con el mundo interior de quien la hizo.

Próximamente me gustaría fotografiar a mi hijo Manuel con luz teatral. Quiero aprender iluminación para fotografiarlo. Él es tan intenso; lo admiro tanto que me inspira a producir imágenes.
Eso es parte de lo que quiero incluir en mi formación. Quiero, además, conocer más y más obra. Aguzar el ojo. Pero lo que más quiero es leer sobre arte. Ensayos, análisis de obra, todo lo que me ayude a saber más. Siento que eso me abre un mundo posible.
Si tuviera que definir mis fotos con una sola palabra, diría que son existencialistas, sin lugar a dudas.