jueves, 5 de noviembre de 2015
miércoles, 9 de septiembre de 2015
miércoles, 25 de marzo de 2015
Otoño
"El jardín ya no tenía perfume, el bosque no me atraía; el mundo a mi alrededor parecía un saldo de cosas viejas, gris y sin atractivo; los libros eran papel y la música ruido. Así van cayendo las hojas de un árbol otoñal, sin que él lo sienta; la lluvia, el sol o el frío resbalan por su tronco, mientras la vida se retira lentamente a lo más íntimo y lo más recóndito. El árbol no muere, espera".
Demian, Hermann Hesse.
La foto es de Anastasia Cazabón.
domingo, 28 de septiembre de 2014
Tiempo de introspección
Lo peculiar de nuestro gran calabozo
es esta especie de terror por el bosque.
La risa nena no podrá surgir
a menos que te subas al árbol.
Credulidad, Pescado Rabioso.
lunes, 21 de abril de 2014
De los Cuerpos (2)
"¿Es necesariamente el humano hombre o mujer?, ¿qué es lo que constituye un mundo habitable?, ¿cuáles son los cuerpos de este mundo contemporáneo y porqué pensar los cuerpos del futuro? Preguntas así llevaron a la Dra.Vázquez Laba y a su equipo a investigar la intersección que se da entre género, sexo, sexualidad, deseo y la construcción de las nuevas identidades sexuales. "La ciencia se encargó de determinar los sexos entre varón o mujer, macho o hembra, femenino y masculino y todo lo que no encajaba en esas dos categorías era eyecto, por lo tanto tenía que ser intervenido por la medicina, como a los locos, los delincuentes o las putas. Hoy esos cuerpos "incorrectos", que sobreviven en el siglo XXI, han alzado su voz y tienen una militancia fuerte en muchos países. Quieren ser reconocidos, tener derechos y ser nombrados por lo que ellos sienten y experimentan corporalmente. Son cuerpos indeterminados, sexuales, no solo por la construcción de un sexo diferente, sino que eso se combina con otras formas, como travestirse o experimentar con la testosterona sensaciones masculinas".
Extraído de la crónica "Obsenos hoy", de Camila Bretón, publicada por la revista Anfibia, a partir del Segundo Coloquio realizado por la Universidad Nacional de San Martín y la Universidad de Dresden bajo el lema “Pensando el cuerpo”.
La foto es de Laura Gam.
viernes, 22 de noviembre de 2013
Ser fotógrafa
Para mí, ser fotógrafa es haber encontrado una manera de
mirar y de estar presente.
Me sentí fotógrafa cuando vi plasmada mi primera obra y otras personas se emocionaron con ella.
Me sentí fotógrafa cuando vi plasmada mi primera obra y otras personas se emocionaron con ella.
Por ahora fotografío a los seres que amo. Digamos que
fotografiar para mí es un modo de querer. Pero a través de esas fotos tan
íntimas siento que hablo de las emociones humanas universales, de la búsqueda
de sentido, de la belleza, y de lo enigmática que me resulta la existencia.
En la realización de mis fotos hay un 90% de satisfacción y
un 10% de angustia. Podría decir que mis fotos me ayudan a comprender el mundo;
a digerirlo mejor. Y en ese proceso, me transformo.
Me siento más completa cuando logro terminar un proyecto. Aún cuando el camino es lo más enriquecedor (atravesarlo es mi logro más elocuente), siento que culminarlo me hace mejor persona y un poquito más sabia. Me ayuda a conocerme mejor. Me acepto más.
Me siento más completa cuando logro terminar un proyecto. Aún cuando el camino es lo más enriquecedor (atravesarlo es mi logro más elocuente), siento que culminarlo me hace mejor persona y un poquito más sabia. Me ayuda a conocerme mejor. Me acepto más.
Intersticios me ayudó a sanar un dolor intenso. Permitió que me sintiera a mano con la vida.
Un proyecto se cierra cuando encuentro las
respuestas a las preguntas que se van sucediendo en la búsqueda, y cuando el
sentido finalmente aparece, insoslayable.
Si tuviera que referirme a un solo fotógrafo, diría que me gustan mucho las fotos de la japonesa Rinko Kawauchi. En sus fotos
simples, sutiles y cotidianas encuentro su modo de ver y de reflexionar sobre el
mundo. Además, las veo muy femeninas. Me gustan mucho dos: una del detalle del
ojo de un niño, y otra de un pececito recién pescado, pendiendo aún del
anzuelo. Debajo de esa foto escribí “El miedo al ridículo es el peor autocastigo
inhibitorio”.
Para mí, en una buena fotografía no debería faltar emoción.
No hay otra cosa que pueda reemplazar eso.
Sin embargo, no siempre el proceso interno del fotógrafo
resulta evidente. Me he sorprendido escuchando a fotógrafos hablar de su
proceso interno porque sus fotos me parecían bellas pero no necesariamente me
transmitían ese proceso. Sin dudas, escuchar a un fotógrafo hablar sobre su
obra hace sus fotos más intensas. Eso sentí cuando escuché a Graciela Iturbide hablar sobre sus fotos. Creo que una buena obra es aquella que tiene ese correlato con el mundo interior de quien la hizo.
Próximamente me gustaría fotografiar a mi hijo Manuel con
luz teatral. Quiero aprender iluminación para fotografiarlo. Él es tan intenso;
lo admiro tanto que me inspira a producir imágenes.
Eso es parte de lo que quiero incluir en mi formación.
Quiero, además, conocer más y más obra. Aguzar el ojo. Pero lo que más quiero
es leer sobre arte. Ensayos, análisis de obra, todo lo que me ayude a saber más.
Siento que eso me abre un mundo posible.
Si tuviera que definir mis fotos con una sola palabra, diría que son existencialistas, sin
lugar a dudas.
sábado, 19 de octubre de 2013
Alegoría
Sus diminutas manos ensangrentadas son una mancha roja casi imperceptible en el magma verde del bosque.
Frase extraída de la nota "Mondongo o cómo escapar de la picadora de carne", de Revista Anfibia.
La foto es de Anastasia Cazabon.
jueves, 26 de septiembre de 2013
En el interior del Bosque
Pero el peor enemigo con que puedes encontrarte serás siempre tú mismo; a ti mismo te acechas tú en las cavernas y en los bosques.
Friedrich Nietzsche, en Así habló Zaratustra.
domingo, 15 de septiembre de 2013
Trabajar la madera
La madera es uno de los mejores materiales para trabajar. Existen maderas blandas y maderas duras, y en todas descubres una belleza particular al trabajarlas. Cuando encuentro un trozo de pino recién cortado, el aroma que desprende me eleva a los cielos. Lo mismo ocurre incluso con las agujas de los pinos. Antes acostumbraba a masticar resina de pino ponderosa, que es la savia que supura del árbol y que se seca sobre la corteza. Si consigues un poco de resina fresca, parece jarabe. Se te pega a las manos y luego no hay manera de quitársela. Pero a veces se endurece como la miel vieja. Y puedes mascarla y el sabor de la resina es para volverse loco, en el buen sentido.
El pino, al ser una madera blanda, resulta fácil de trabajar y de conseguir. Cuando era joven hacía muchas cosas con pino. Pero luego me enamoré del abeto de Douglas, del veteado vertical del abeto de Douglas. Cuando barnizas un trozo de abeto de Douglas descubres una belleza de una hondura sencillamente fenomenal. Y cuando juntas dos trozos empiezas a ser consciente de las múltiples posibilidades que te ofrecen. Y mientras lo haces vas aprendiendo algunos trucos.
Además, estaba Günter, un carpintero alemán que nunca empleaba herramientas eléctricas. Simplemente se presentaba en casa con un juego de herramientas manuales metidas en una bonita caja de madera con un asa que llevaba siempre consigo. Y Günter - yo lo he visto hacerlo - trabajaba el abeto de Douglas con pequeños detalles. Juntaba dos maderas y luego frotaba la unión con sus pulgares viejos y maltratados, y la junta desaparecía. Semejaba un número de magia de tan perfecto como encajaban las maderas. Günter era todo un carpintero.
David Lynch, en Atrapa el Pez Dorado.
La foto es de Eduardo Carrera.
sábado, 10 de agosto de 2013
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