ahora
en esta hora inocente
yo y la que fuimos nos sentamos
en el umbral de mi mirada.
Alejandra Pizarnik
Un día cualquiera
volví a verme a mí misma
atravesada por el puñal de la traición.
Aún cuando pude identificar
que se trataba de recuerdos
de desgraciados sucesos
no logré sino varias horas después
repeler el deseo de venganza.
Revolcarse otra vez en el fango...
¿quién quisiera?
Acusaciones iracundas, desfiguraciones fantasmagóricas.
El fango... no es mío.
Que en él se revuelque quien lo gestó!
Que se pudra en su miseria mezquina!
Pero... es aún del otro?
Puede pertenecerle la culpa tantos años?
Silencio... escuchen!
Se lo llevó el viento.
El fango ya no tiene dueño.
Somos libres.
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