jueves, 28 de enero de 2010
lunes, 25 de enero de 2010
domingo, 24 de enero de 2010
Ciudad II
viernes, 22 de enero de 2010
Ciudad
Atardecía en la ciudad un día de pleno verano.
Manejaba mi coche por las calles del microcentro porteño. Era viernes.
Los autos circulaban apaciblemente; sus conductores ya no llevaban el ritmo frenético de horas atrás. Los peatones tenían la marcha del regreso: paso tranquilo, pausado, exhausto.
Todo comenzaba a esparcirse, y aún no comenzaba a oirse el bullicio de la noche.
En mi auto sonaba Marisa Monte, que en su canción cantaba "com os pes na agua".
Sentía cansada a la ciudad. Me dió la sensación de necesitar un respiro; ése que el fin de semana le permitía lucir.
Y pensaba que contiene tanto, que nos contiene a todos nosotros, a los autos, colectivos y camiones. A los buenos y a los malos, a los que la quieren y la cuidan, y a los que no.
Era ella quien más necesitaba vacaciones. Si tuviera pies, estaría remojándolos en el agua.
Tiene suerte, pensé. En estas fechas sus habitantes se desplazan hacia otros lares, en búsqueda de lo que ella también necesita: un respiro que alivie sus asfaltos ardientes, sus plazas superpobladas, sus edificios que parecen contener ejércitos de hombres y mujeres que a diario y ruidosamente se mueven a paso firme. Disfrutar en soledad sus atardeceres refejados en el río; recuperar su belleza...
martes, 19 de enero de 2010
Sabiduría VI
lunes, 18 de enero de 2010
Estado natural
Sentir la naturaleza formando parte de uno.
Ver caer el sol, pintando el cielo de naranja energizante, rosa pastel y al agua de violetas plateados.
Escuchar los ruidos de la noche en el campo abierto, en respetuoso silencio.
La oscuridad intensa, inmensa, abriéndose paso.
La luna sutil... delgada, con el brillo de un diamante.
El aroma intenso a eucaliptus.
Los pasos acompañados.
La brisa fresca de la mañana... como una caricia.
El regreso del verano, con sus sonidos y cantos.
sábado, 16 de enero de 2010
viernes, 15 de enero de 2010
Llamame por mi nombre

Me duele que no lo hagas. Me causa impotencia poder sólo en sueños decirte que me lastimaste.
Las cartas están sobre la mesa. Sólo que yo no estoy dispuesta a jugar el juego del egoísmo y del enjuiciamiento. No hay contenido en ello; hay pleno vacío.
Mi filosofía de vida me lo impide...
Let it be!
La obra es de Egon Schiele.
Diálogo (19)

_ ¿Qué planes tenés, entonces, a partir de ahora...?_ le preguntó intrigado, sintiendo pena por ella al ver su vida como una hoja en blanco.
_ ¡Dejar que la vida me sorprenda!_ le respondió ella, entusiasta y naif.
martes, 12 de enero de 2010
Sabiduría V
lunes, 11 de enero de 2010
Complejidad
Nada más complejo que las relaciones humanas. Nada más enriquecedor.
Y sin embargo, por momentos, uno no logra ver que se puede. Que la complejidad no siempre es un defecto, sino una característica propia de cualquier intercambio afectivo.
Este pensamiento no habilita a vivir una quimera subestimando ciertas complejidades pasadas de lo "normalmente aceptable".
Ni a sobrevalorar la simpleza.
Sólo permite reconocer que cualquier vínculo es en sí mismo una complejidad, pues en él coexisten la realidad de quienes lo forman; sus logros y frustraciones, sus miedos y sus conquistas, sus posibilidades y sus límites.
Y de tanto en tanto uno siente haber perdido aquel ideal. Bienvenido sea.
Es difícil escribir en el aire uno nuevo, una nueva perspectiva de nuestro deseo: incluso a veces es difícil identificarlo.
Mucho más cuesta volver a creer que uno puede ver al otro, y que sea ese mismo quien logre verlo a uno.
viernes, 8 de enero de 2010
Intensidad
Las casualidades no existen II

Hace algunos años creía que las casualidades no existen, aunque no le daba a la encadenación de los sucesos una autoría en particular.
Hace muchos más años creía en Dios, y hace muchísimos años hasta profesaba la religión católica.
En ninguna de esas etapas creo que estuve equivocada, simplemente era lo que sentía y estaba convencida de eso... o eso creía. Tenía que ver con un contexto y una formación determinadas.
En el presente me defino atea, después de años y años de repensar el tema, llevada fundamentalmente por lo que siento.
Ser ateo no significa no creer en nada. No es tener una vida sin eje o sin expectativa o esperanza. Yo lo siento como una manera de percibir la realidad, ésta que nos es única y maravillosa, sin esperar premios y castigos extraterrenales, sin la necesidad de creer que hay un Ser superior que me cuida o me castiga, ni que todo me lo perdona. Ni que lo creó todo.
Ésta es la única vida que existe para nosotros; la realidad y el mundo, la existencia, tal vez sí sean infinitas... quién sabe. En esto radica para mí la esencia de la experiencia vital. Ésta es nuestra posibilidad de Ser, y por eso en ésta que siento mi única y extraordinaria posibilidad, intento con entusiasmo cumplir mis deseos y ser feliz.
Últimamente mi amiga Jime me ha hecho repensar esta premisa de que las casualidades no existen. Y advierto (o necesito advertírmelo) que eso no significa creer en alguien superior que todo lo dirige. Olvidé decir que tampoco creo en el destino.
Volví a prestar atención a cierta concadenación de sucesos, y lo valioso de esto es tener la posibilidad de revalorar la experiencia, de disfrutarla, sintiendo que todo tiene que ver con todo, y que todo es aprendizaje.
En Navidad Jime me regaló una muñequita Quitapenas. Me contó que son oriundas de Guatemala, y que se utilizan para contarles las penas y ponerlas debajo de la almohada, para que de ese modo ellas se las lleve. Me encanta el folklore de las distintas culturas. A mi muñequita no le conté ninguna pena, porque sentí que no tenía nada particular que quisiera que se lleve.
La noche de Reyes caí en la cuenta (tarde) la fecha que era. Culpa mediante, intenté salir del paso del modo más disimulado posible. A Manu los improvisados Reyes Magos le trajeron unos lápices de colores comprados en el Malba, lo que lo puso muy contento "porque mirá mamá, los Reyes fueron al museo otra vez por mí!" (en Navidad le trajeron un libro de arte para niños que también Papá Noel compró en el Malba). A Paz los Reyes le trajeron... la Quitapenas. La miró, me miró, le gustó...
Hoy se me ocurrió buscar en Wikipedia información sobre las Quitapenas. Me sorprendí al leer que se usan generalmente para los niños, para que la muñeca se lleve sus miedos y penas de no lograr dormir.
Lo primero que pensé fue Qué casualidad?!, ya que en este 2010 tengo, entre otros, el proyecto de lograr que Paz duerma sola en su camita; acompañarla y sostenerla en ese despegue. Me ayudará también (además de la templanza) la Quitapenas.
Con esto quiero decir que revaloro el significado y el sentido de los acontecimientos de la vida, única verdad insoslayable.
miércoles, 6 de enero de 2010
lunes, 4 de enero de 2010
Caller Id

Tener Caller Id o Identifador de Llamadas (como quieras decirle) no te da derecho a llamar a mi casa y preguntar de mala manera quién habla aquí.
Entiendo que debe ser un chiche interesante si sufrís delirios persecutorios o sos paranóica, pero lamento desilucionarte: sólo pretendía llamar a mi propio celular para ver si funcionaba el ring, y evidentemente le pifié al discado.
Hasta me pude haber divertido, pero preferí correrte por donde venías.
Tal vez estés muy aburrida, e increparme al mejor estilo Inspector Gadget te inyecte un poco de adrenalina. No creo que estés casada con Brad Pitt, así que por mí podrías quedarte tranquila.
Seguramente el impresentable de tu marido no puede levantarse ni a la mañana, y yo (justo a mí me viene a tocar) no soy "esa" a la que te encantaría "pillar".
Parece que la gente que contrata este servicio se olvida que sigue existiendo el "número equivocado".
Yo, con vos hoy, me divertí gratis.
No no, ni se me ocurre apretar redial!
domingo, 3 de enero de 2010
Relatos y sueños de Navidad

Aunque Octavio nunca vivió una Navidad en París, lo invité a volar con su imaginación para volver a su amor un 24 de Diciembre. Sus ojos se iluminaron de asombro, pues me confesó no habérselo imaginado nunca.
Pero como es un soñador, no le costó imaginarse en el restaurante del segundo piso de la Torre Eiffel cenando y viendo desde esas alturas la ciudad de las luces vestida de Navidad, sintiendo por primera vez esa fiesta en invierno.
En Buenos Aires, con el verano ya instalado, la Navidad es una fiesta tradicional donde se propicia el encuentro con familiares y amigos. Con creencias religiosas o no, se festeja con mesas grandes llenas de comida y bebida, pues es bien sabido que en Nochebuena y Navidad el paladar se da sus lujos.
Se sirve comida fría por el calor, que contrasta y hasta se contradice con los típicos postres navideños de climas fríos: turrones, pan dulce con frutas secas, nueces y garrapiñadas. Y eso sí: la infaltable ensalada de frutas que de tan abundante seguimos disfrutando día y noche.
La ciudad viste a sus árboles para la ocasión, y se vuelve aún más bella y luminosa.
Las crisis argentinas permitirán más o menos presupuesto, pero lo que nunca falta en el árbol navideño son los regalos para los niños. En buenas épocas económicas hasta nos damos el lujo de regalarnos alguna nimiedad entre los adultos, y somos cuidadosos de aclarar con suficiente antelación cuando se decide lo contrario, no vaya a ser cosa que alguien se quede mirando el árbol con las manos vacías.
Se intenta llegar a las 12 de la noche ya bien comidos, para contar regresivamente el último minuto que nos abrirá el juego de los brindis, los abrazos, los besos, los fuegos de artificio y alguna que otra lágrima de emoción.
Ya pasadas las 12 empieza verdaderamente la fiesta, y si la alegría de la reunión ayuda bailamos hasta bien entrada la madrugada, mientras vamos riéndonos de alguna que otra borrachera…
Nada puede salir mal en Navidad; a su alrededor hay magia y alegría.
Como alrededor de París, hay belleza y romanticismo.
Mi amiga Françoise, “bien colombiana” según se autodefine, vive en Francia desde hace varios años. A través de sus palabras descubrí que su Colombia festeja la Navidad de manera bastante parecida a mi Argentina, con la diferencia que en su tierra el festejo culmina en Nochebuena, pues desde el 16 de Diciembre celebran la “Novena de Aguinaldos”, que consiste en reunirse en una casa para rezar, compartir la historia del nacimiento de Jesús y cantar villancicos, tradición tan arraigada que hasta la comparten aún los no religiosos. Cada día una casa distinta reunirá a familiares y amigos alrededor de buñuelos, almojabanas, natillas y otros platos típicos de esa fiesta, buena bebida y un momento ideal para disfrutar de la compañía de los seres queridos. Su Bogotá natal se viste año tras año de más y más luces navideñas, que los bogotanos disfrutan de paseo por la ciudad. Como en Argentina, en Colombia también los regalos se reciben en Nochebuena.
En Francia vive la Navidad con la misma diferencia que nosotros: familiares y amigos se reúnen el 24 de Diciembre, sin ser la culminación de largas noches de festejo previas.
Cuenta que en Francia la cena de Nochebuena es un deleite, que puede llevar a sus comensales a compartirla horas y horas, pero que sin embargo duermen temprano, pues los regalos se reciben a la mañana del día siguiente.
Aunque vuelo con las historias que escucho narradas con tanto amor por París, en verdad no logro imaginarla.
Y ahora es mi amigo Jole quien en nuestra Buenos Aires natal me dice que “El mundo es perfecto porque existe París”, y que aunque yo crea que puedo imaginarme lo que sentiré al conocerla alguna vez, ella se encargará de superar mi rango conocido de emociones. Y sentencia: “París es la belleza”.
Le pregunto a Octavio cuándo volverá a su ciudad tan amada, y me conmuevo al escucharle decir “De París, no me fui nunca. Mientras trabajo aquí, camino por sus calles”.
Será cuestión entonces de pedir en estas vísperas navideñas que Papá Noel les conceda a todos ellos sus deseos, mientras contagiada de entusiasmo a través de sus ojos enamorados y sus palabras de amor, yo pido ver por primera vez, junto a los mismos ojos vírgenes de mi hijo, la anhelada Ciudad Luz.