Nada más complejo que las relaciones humanas. Nada más enriquecedor.
Y sin embargo, por momentos, uno no logra ver que se puede. Que la complejidad no siempre es un defecto, sino una característica propia de cualquier intercambio afectivo.
Este pensamiento no habilita a vivir una quimera subestimando ciertas complejidades pasadas de lo "normalmente aceptable".
Ni a sobrevalorar la simpleza.
Sólo permite reconocer que cualquier vínculo es en sí mismo una complejidad, pues en él coexisten la realidad de quienes lo forman; sus logros y frustraciones, sus miedos y sus conquistas, sus posibilidades y sus límites.
Y de tanto en tanto uno siente haber perdido aquel ideal. Bienvenido sea.
Es difícil escribir en el aire uno nuevo, una nueva perspectiva de nuestro deseo: incluso a veces es difícil identificarlo.
Mucho más cuesta volver a creer que uno puede ver al otro, y que sea ese mismo quien logre verlo a uno.
3 comentarios:
Las ilusiones siempre se van, son como bichos de luz, se encienden y se apagan, viven poco tiempo y cuando se concretan se apagan.
Que belleza leer algo que valore esa complejidad natural de todo vínculo, Maisa. La simpleza tiene mejor prensa...
Ver al otro, sabiendo que nos estamos mirando a nosotros mismos, que de ese intercambio salen multiples personalidades personales, si es así, que viva la complejidad!
Beso.
ver al otro y que te vean a vos realmente, creo yo es el gran desafío... que requiere el esfuerzo de mostrarnos sinceramente y de no fantasear con lo que deseamos que el otro sea... para no defraudarnos
las relaciones a veces son complejas
otras las complejizamos nosotros, no?
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