domingo, 8 de agosto de 2010

Insomnio (VI)


_ Salgo para allá_ atinó a responder Matilda, y cortó el teléfono sin esperar respuesta y sin despedirse.
Corrió a su cuarto, abrió el placard y sacó eligiendo casi sin mirar unos leggins negros, un vestido azul de bambula y encaje, su polera blanca de lana para ponerse debajo y las botas marrones de montar.
Se miró en el espejo del baño mientras se lavaba los dientes con premura y volvió a reconocer a la joven mujer que se reflejaba delante. Se enjuagó la boca tres veces como le había enseñado su abuela, se pintó rápidamente pero con precisión las mejillas con rubor rosado, se delineó los ojos con lápiz marrón oscuro y se puso en los labios brillo transparente. Nunca usaba rimmel.
Se colgó un collar lleno de piedras de colores, escogió para el dedo anular izquierdo su anillo grande de plata y turquesa, se cruzó su bandolera de cuero marrón, se puso su tapado marrón de paño entallado y largo hasta los pies y comiendo una manzana bajó por el ascensor.
Mientras caminaba hacia la esquina advirtió que faltaba una hora y media para las tres de la tarde, y detenida como por un silbato de referí se echó a reír. Ladeando la cabeza disminuyó la marcha y dejó que el sol le iluminara los párpados cerrados.
Aprovechó a mirar las vidrieras renovadas con las pilchas de invierno y sonriendo por primera vez en semanas tomó el subte.
Durante el viaje y mientras hacía tiempo para llegar cinco minutos tarde a su cita intentó recuperar en su memoria aquel primer encuentro casual con Agustín. Había sido una conversación ligera y desordenada que logró terminar con su celular anotado en el de ella, y con aquella comprometida y sorpresiva invitación a volver a creer en alguien.
Agustín era alto, delgado, de cabello rubio oscuro prolijamente despeinado, ojos verdes grisáceos que miraban intenso y con un tono de voz
enigmático.
Suficiente información para haber decidido llamarlo y acudir a su cita propuesta con tan escasas palabras.
Caminaba por Independencia hacia Balcarce y el corazón le galopaba impiadosamente en el pecho.
Miró el reloj: tres y diez. Se odiaba por ser impuntual hasta para llegar tarde.
En el preciso instante en el que llegaba a destino apareció Agustin doblando la esquina y mientas le daba un beso ruidoso en la mejilla le
dijo _ te dije a las tres. La tomó delicadamente del brazo y sin soltarla entraron a una propiedad antigua estilo francés atiborrada de gente. Todos corrían de un lado hacia el otro; mujeres y hombres disfrazados, peinados y maquillados se movían en círculos bajo inmensas luces mientras un hombre de cabello blanco y mirada lapidaria le gritó a Agustín _ empezamos en cinco minutos! Dónde mierda te habías metido?
Agustín soltó a Matilda mientras se alejaba y le dijo _ disfrutá de la función, preciosa, nos vemos en un rato.

11 comentarios:

Princesa Adora dijo...

me gustó!!!

Maisa dijo...

Muchas gracias Princesa!
:)

Anónimo dijo...

El teatro imita la vida. Sólo que es más corto. Genera fantasías y termina la función... Volver a creer en el amor es algo de la vida real. Sólo quienes comprenden eso, quienes aceptan que el gris además de los ojos forma parte de la vida real, están en condiciones de vivirla como es. Mientras tanto que siga la función, muchos necesitan ver varios montajes para para llegar. A veces, sólo se llega a los golpes y por cansancio... Muy bueno tú cuento! es encantador! El Indú.

Daniel Os dijo...

¿Será una conclusión apurada afirmar que una ilusión nos puede sacar de la cama y embellecernos sin haber contado las horas de sueño?

Que comience la función… la de Matilda.
D.

Stella M. Alonso dijo...

Que lindo que estás escribiendo.

¿Cuándo nos vemos?

Besos

Ximena dijo...

¡qué buenísima descripción Maisita, me encantó!!! besisimo con abrazo!

Anónimo dijo...

Casi un mes, para seguir la historia, hermoso, dale nomas rienda suelta a la ficcion, muy buena! Capitan del Espacio.

Maisa dijo...

Gracias Indú! Bienvenido!
La vida, a diferencia del teatro, no da lamposibilidad de ensayo. Cada suceso es una única vez irrepetible...
Creer en el amor...? Qué era el amor...? Grises...? La vida misma, usted lo ha dicho!
:)

Maisa dijo...

Luz, cámara....acción!
Gracias D!

Maisa dijo...

Gracias Stellita!
Me encantaría un cafecito contigo! Organizamos agenda por Mail?
Besos!

Maisa dijo...

Querido Capitán,
A usted que ha sido el primer lector de la primer ficción...le debo una disculpa por haberme demorado tanto!
El próximo vendrá más próximo en el tiempo, sólo para resarcirlo.
Cuando pasa para compartir un café de tarde?
Besos!