domingo, 30 de agosto de 2009

Charlar


Charlar me gusta hasta cómo suena, cómo se lo propone, y las cosas que permite que surjan.

No es lo mismo que te digan o decirle a alguien "Tenemos que hablar" que "Charlamos?".

La charla surge del encuentro, de la posibilidad de intercambiar a través de la fuerza y el poder de la palabra experiencias, vivencias, sensaciones.

Es menos formal y más placentera. Y me da la sensación que hasta más efectiva.

No me gusta charlar por charlar. Yo siempre que charlo con alguien lo valoro mucho. Sino, más bien me quedo callada.

En la escuela siempre las maestras me decían que era muy "charlatana", y a mí me importaba bastante poco, porque la verdad no lo veía como un defecto. Justamente, por esto de que no charlo en vano: siempre saco algo valioso.

La invitación a charlar es un gesto cariñoso. Es querer compartir con el otro un momento al que ya se le pone algo de expectativa positiva.

La charla puede darse en los contextos más variados, en los lugares menos pensados, o ser más armaditas y con bonus tracks como café, mate, masitas o música de fondo.

Podés encontrarte en una esquina con una amiga de casualidad y charlar rapidito las últimas novedades de cada una, aunque no haya tiempo para sentarse a tomar un cafecito.

O en el medio de un evento, una amiga te mira y te dice "Contáme un poquito, cómo estás?

Y aunque valoro algunos silencios que pueden más que mil palabras, y muchos gestos del lenguaje corporal que pueden tener tanta o más energía y efectividad, yo siempre prefiero decir y escuchar.

La palabra para mí tiene un efecto sanador. Eso que alguien una vez te dijo puede cambiarte tu visión de la vida, o de una pequeña parte de ella, y eso es muy valioso.

Y así como uno está atento a aquél que quiere y necesita de la charla, es muy grato que cuando es uno mismo el que está pasando por momentos difíciles sean los otros los que propicien el encuentro.

Aunque se convierta a menudo en monólogo, uno mientras se va dando cuenta valora aún más el silencio atento de quien tiene enfrente. Y se lo agradece de todo corazón, aunque no pueda parar de charlar.

Charlar implica compartir, aún con uno mismo.

Escribir es la forma más efectiva que encontré de charlar conmigo.

Es un ejercicio de autoestima maravilloso, vital, y verdaderamente sanador.

Hace que los silencios no sean tan hondos.

Y que la soledad pueda expandirse, y uno hacerle frente.

La obra es de Catriel López y se llama "Voy a volar hasta vos".

2 comentarios:

Marijo dijo...

CHARLAMOS? CUANDO QUIERAS, SIEMPRE ES UN PLACER CON VOS!!! TAMBIEN MIENTRAS TE LEO CHARLO!! BESOS

Ricardo Fasseri dijo...

Es así, algunos escriben en vez de charlar, otros, continúan escribiendo como una forma de seguir charlando. Yo también valoro mucho la charla. Las diferentes formas de expresión son como idiomas. Charlar es un idioma, el mejor! Besos.