Le agradezco al viento
que te cruzara
detenida en esa esquina.
Que acariciara tu cuello
y me trajera consigo tu perfume.
De haberlo sabido
le hubiera pedido
que susurrara en tu oído
todo cuanto quisiera decirte,
y que jugara con tu pelo.
Esa tarde de incipiente primavera
en la que los capullos comenzaban a ser,
tú fuiste mi flor,
en bella y espléndida juventud.
Imagino a un hombre diciéndole estas palabras, con la mirada, a una mujer...
3 comentarios:
En esa tarde de incipiente primavera, seguramente fuiste una perfumada flor, en bella y espléndida juventud.
UUUUUFFFFFFFF¿¿¿¿ PUEDO SER YO ESA MUJER ?????
Richard... sos un dulce, gracias!
Ale, claro que podés ser vos esa mujer! No dudes de eso! Nunca!
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