sábado, 14 de junio de 2008

Rock


Hay ciertas cosas que me parecen un misterio. Que me guste el rock desde que tengo uso de razón (o porque no, tal vez desde antes) es una de las mejores cosas que me pasan. Pensando en esto intento hacer memoria de cuáles fueron los sucesos más precoces de este gusto rebelde y con causa, de guitarras chillonas, letras encriptadas y provocativas y, sobre todo, mucha actitud.

A los diez años recuerdo estar en la casa de una compañera del colegio haciendo un trabajo sobre los indios Diaguitas con Sumo sonando de fondo. Se debía al hermano mayor y a sus amigos, que confieso, me caían bastante mal por matoncitos malcriados y machistas que seguramente ni sabrían hacer acabar a sus novias. También recuerdo ir caminando por un largo camino hacia la playa en Costa del Este, a los 9 o 10, cantando Nada Personal, de Soda Stereo. Y también escuchar mucho rock argentino o nacional, da igual, con mi tío Julio hasta el cansancio, en cuanta oportunidad había de subir a su auto. Más de niñita, allá por los primeros años 80, recuerdo escuchar con mi viejo a Almendra, Deep Purple, Stevie Wonder y por supuesto, The Beatles (Album Blanco sobre todo). Los vinilos de varios tamaños y muchos colores me fascinaban; todo un fetiche. Voy a investigar qué fue de ellos.

Me vuelan la cabeza Led Zeppelin; ni hablar de Jimi Hendrix, Black Sabbath o Iggy Pop and The Stooges, y casi todo lo de Spinetta, que me conmueve con su talento. Los Redondos, hasta La mosca y la sopa.
Pero también me pierden el Reggae y el Funk Rock por sobre muchas cosas.

También algo de Jazz (fusionado con rock es directamente delicioso); algo de Bossa Nova y los mounstruos de Brasil como Gilberto Gil, Os Paralamas do Sucesso y los tremendos Tribalistas.

Los ´80 fueron medio patéticos, debo decir, salvo ciertas obvias excepciones como The Cure, el Bowie de esa época y U2.

Los ´90 me dieron a Nirvana y Pearl Jam; a The Stone Temple Pilots, Faith No More y The Red Hot Chili Peppers, y otras bandas que me hicieron vivir una adolescencia más que feliz.

Ya en esta década me parecen increíbles The White Stripes y los Mars Volta. Algunos del Brit Pop, y como música funcional Jack Johnson y Ben Harper.

Por último, sin que esto signifique descartar de cuanto me esté olvidando, me encantan Manu Chao, Amparanoia, y Macaco.

Poco pero suficiente de tango, y eso sí, la música rioplatense como la de Me darás mil hijos y Drexler.

Con Javier coincidimos en que queríamos una pareja con la que poder ir a Cemento. Recuerdo que fuimos a ver a A.N.I.M.A.L. y a The Queens of the Stones Edge, con su bajista tocando en bolas, y minutos antes su cantante tomando una Palermo en la puerta mientras Chabán nos cagaba a pedo para que formemos la fila en la vereda y no en la calle... Me morí de amor y de orgullo una vez que Javier me dijo que tenía a la mujer que quería, cuando puse en el auto Pappo´s Blues, Volumen 2...

En fin, creo que la única explicación posible es que es sólo una cuestión de gustos. Me alegro que el mío sea por el Rock, baby.

3 comentarios:

London dijo...

Si que hay cosas que parecen un misterio, a mi también de siempre me ha gustado muchísimo la música, aunque mi madre dice que es porque cuando estasba en la barriga ya me ponían los cascos. Con Aitana pasa lo mismo se pasa el día cantando.
Lo mismo es que a tí también te la pusieron antes de nacer, quien sabe.
Besos

Maisa dijo...

Hola Laia! Yo creo que sí, que seguro ya la escuchaba en la panza. Qué hermosa foto de tu hijita en la playa!

Unknown dijo...

Que lindo post... un viaje musical hacia atras... me hiciste volver a muchos buenos momentos de mi vida... Sabes? Creo que el gusto por la buena musica es una herencia y un regalo, tal vez de los mejores que podemos hacer a nuestros hijos.